La historia de la bombilla eléctrica data de principios del siglo XIX. Precisamente en 1801, un químico llamado Humphry Davy descubrió que al hacer pasar una corriente eléctrica por filamentos de platino, estos brillaban por algunos minutos; el principio estaba, pero no era muy práctico por aquel entonces. Generalmente se reconoce a Thomas Alva Edison en los Estados Unidos como quien inventó la ampolleta, pero es interesante saber que en Gran Bretaña se le atribuye el invento a Joseph Wilson Swan.
Aunque sólo después de muchos experimentos, en 1880 Edison dio con un diseño cuyo filamento consistía en bambú carbonizado, y la duración de ese primer prototipo comercial era de aprox. 1200 horas (en 1879 sus intentos no duraban más de 14 horas). Como con muchos otros inventos, hubo toda una serie de disputas con respecto a las patentes, pero finalmente se le reconoció a Edison su invención.
A pesar de ello, hoy en dia se sabe que en 1854, el mecánico de precisión alemán, Heinrich Göbel construyó la primera bombilla eléctrica que se consumía durante un período sostenido de tiempo. Utilizó como filamentos hilos de bambú carbonizados, y evacuó el gas del bulbo llenándolo con mercurio, dejándolo luego salir para sellar el bulbo cerrado.
Era un bulbo de carbón que se produjo masivamente. También proveyó los accesorios necesarios, tales como interruptores, portalámparas, distribuidores y dínamos apropiados. Como la publicidad ya era importante para el éxito en aquellos tiempos, Edison exhibió una muy admirada instalación de miles de sus bombillas, en la Exhibición de Electricidad de París, en 1881.
En 1900, se desarrolló el primer filamento de osmio metálico. Este tipo de lámpara consumía la mitad de energía que la de carbón, mientras que producía la misma cantidad de luz. Ya en 1903 se desarrolló la primera bombilla con filamento de tántalo, y poco después, se probaron los filamentos de tungsteno. La lámpara de tungsteno consumía sólo una tercera parte de la energía requerida por la lámpara de carbón, para alcanzar la misma luminosidad
Entre los intentos para mejorar a la tradicional ampolleta encontramos a la lámpara halógena, que usa también un filamento de tungsteno pero el interior del recipiente va lleno de gas alógeno; el efecto es que se retarda el "quemado" en las partes que se van desgastando del filamento, lo que permite una vida mayor y un trabajo a mayor temperatura, lo que entrega una percepción de mayor brillo y color más agradable (blanco).
Esta mayor temperatura supone un problema ya que las hace potencialmente peligrosas. Además emiten radiación UV. Para solucionar el problema, los fabricantes han incluido filtros UV en los vidrios.
Otras alternativas son las lámparas fluorescentes, que vemos principalmente en establecimientos de mayor tamaño, y últimamente los LED (Light Emiting Diode o en español diodo emisor de luz), de una increíble eficiencia y economía. Poco a poco estos LEDs se abren paso para ir reemplazando a las ampolletas o bombillas eléctricas para algunos usos cotidianos.
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